domingo, 4 de julio de 2010

Pasado.






Capitulo 5

Las puertas estaban cerradas.

Anastasia fuerza las barras de hierro, trata de sacudirlas. Grita y golpea la puerta, pide ayuda y nadie la escucha. Empieza a llorar, las gotas de liquido corporal salen de los lagrimales de sus ojos, todo un proceso fisiológico se lleva a cabo y ella no lo siente, sigue absorta en la idea de como salir.

Ya no sirven las preguntas del ¿Por qué? y ¿Cómo? son en balde.

Ella decide regresar al lago, en busca del joven, mas cuando voltea se da cuenta de la oscuridad, la cual se evidencia por la escasa luz de los faroles.

El miedo empieza a consumirle, lo único que se atreve a ver con sus ojos es la columna de fierro oxidado. Baja la mirada y ve la tierra seca, la luz entra entre las franjas del suelo. No puede ver las hormigas, estas se encuentran en el hormiguero

"¡Ayuda!" vuelve a gritar, espera al joven, cuya presencia esta en el letargo del débil reflejo del lago.

Su voz no llega. La espera un poco más. Nada. Piensa en quedarse ahí, aferrada a los barrotes de fierro, en espera de la luz del día.

"Todo saldrá bien" piensa.

Escucha el golpe del agua al penetrar en un cuerpo sólido, parecido al que escucho antes, solo que más cerca.

Anastasia ya no grita. Espera. Sus ojos están bien abiertos, la ola de miedo en sus venas converge en su cuerpo con una brisa de sensaciones que antes había ignorado. Era como volverse una larva, rodeada de la seda, cubierta por el calor e incertidumbre.

Un zumbido invade sus oídos, trata de consolarse, quiere pensar que todo es un sueño, una pesadilla. Su primer pensamiento es sentarse, de apoyar su cuerpo y tratar de dormir, no desea enfrentar, no tiene ganas de pelear, no contra algo que parece ser tan grande como esa desnuda noche.

Sus piernas empiezan a doblarse, cuando otro violento ruido se escucha a una distancia más próxima.

Un temblor invade su cabeza, puede sentir como la carne de sus mejillas hace un vaivén estructural. Siente como los huesos de sus tobillos se engruesan, una pesadez helada y a la vez ligera.

"Vas a morir" No sabe si ella fue quien lo dijo.

El impulso de vivir la hace levantarse, sabe que si se queda ahí morirá. Corre, no sabe hacia donde. Pierde el sentido de la noción del espacio y el tiempo al pasar de lado del farol.

Tropieza y cae. Su cuerpo da vueltas en la tierra, las hebras de su cabello se enredan en hojas y ramas. Piensa en quedarse ahí, inmóvil. El ruido aumenta. Se levanta de nuevo y corre. Tiene los brazos a la altura de los hombros, con los dedos en el aire, buscando algo.

¿Lo encontrará?

Tiene la boca entre abierta. El aire entre a su boca, inunda su diafragma. Siente ardor en la garganta. "Tal vez sea un insecto" piensa "Es diminuto, de color rojo y me esta comiendo desde adentro"

Una oscuridad ondulada empieza a resaltar del restro. "Es el lago. Estoy a salvo" piensa Anastasia.

Ella olvida todo, solo quiere escapar del horrible ruido, de olvidarlo por siempre. Corre hacia hacia las ondulaciones de breve luz.

El ruido de la vida se detuvo. Había entrado y salido de un pasillo, ahora nadaba en un lago del cual no sabía sus horizontes. Estaba robando segundos, de un mundo diferente de oscuridad eterna, de lagrimas saldas de ojos abiertos.

Anastasia cae al fondo del lago. Lo único que puede ver son las burbujas de aire, las cuales suben a al superficie rápidamente.

Lo único que sabía en esos momentos era que no estaba muerta.

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