lunes, 28 de junio de 2010

Pasado.



Capitulo 4

Anastasia ve al joven, de pies a cabeza. Su cuerpo estaba más carcomido a comparación de la última vez que lo vio; con sus orejas trazadas de manera más definida y su mandíbula más triangular.

"No te haré daño" dice el joven. "Entonces deja de seguirme" apenas logra ella decir. Sus labios no pueden parar de temblar, sus extremidades empiezan a flaquear, con sus rodillas estremeciéndose; las piernas eran un par de columnas de mármol. Firmes y a la vez tambaleantes en presencia de un maremoto.

"Yo no te sigo, siempre he estado aquí" dice el joven. "Mientes, desde hace mucho que he venido aquí y cuando volteaba hacia el lago tu no estabas"repite Anastasia. "Yo siempre he estado aquí, a los alrededores del lago" "¡Mientes!" Anastasia replica.
El grito de Anastasia concuerda con el encendimiento de los faroles. El día había oscurecido.

Todas las luces se habían extinguido, excepto s los faroles de luz blanca, encendidos por la misma noche, en temor de quedarse ciega.

Anastasia voltea hacia a su alrededor, por un momento olvida la tensión y comprende que esta en la oscuridad plena.

El sonido de un cuerpo caer hace que sus ojos se dirijan al otro lado del lago. La noche en ese lugar apenas si se podía diferenciar de la oscuridad autóctona que los largos troncos brindaban a la atmósfera.

"¿Lo escuchaste?" dice Anastasia, olvidando la tensión de antes. "Sí" dice el joven de ojos rodeados de surcos. "Siempre pasa" dice el joven con voz sin emoción alguna. "Los ruidos son muy comunes en la noche, en especial del otro lado del bosque"

"Debo irme" Dice Anastasia más tranquila. "Si fuera tu no lo haría" dice el joven "¿Por qué no?" Dice Anastasia. "Ya es muy tarde y a esta hora ya no hay nadie en la calle" "Eso no es posible, apenas son como las siete de la noche" Al decir ésto Anastasia busco en su mochila su teléfono celular, para confirmar la hora.

"No puede ser..."dice Anastasia "Son las doce de la noche" "Desde hace mucho tiempo que no he salido de este lugar, pero puedo decirte que aún así puedo escuchar la gente pasar, y la que pasa a estas horas es peligrosa. Deberías quedarte" dice el joven. "Tú quieres hacerme algo" dice Anastasia. "No me quedaré aquí, planeas hacerme algo" vuelve a decir, solo que en susurros.

Anastasia guarda su telefono en su mochila, sin quitarle los ojos de encima al joven, el cual solo la observaba de manera pasiva, mas no tranquila. "No me sigas" dice Anastasia

Anastasia camina de nuevo, toma el camino que siempre ha tomado a diferencia que ahora esta bajo la penumbra de árboles milenarios.

No puede ser posible, el reloj de mi teléfono debe estar mal, no puede ser tan tarde, ya mis padres me hubieran llamado. Simplemente es imposible.

viernes, 25 de junio de 2010

Pasado.


Capitulo 3


Después de lo ocurrido Anastasia dudo en regresar. No quería encontrarse con el joven, por alguna extraña razón sentía la necesidad de alejarse de él lo más posible.

Mas la semana pasó y de nuevo se volvía a encontrar frente a la puerta antigua de hierro. El policía que resguardaba el parque la miraba de forma expectante.

"¿Señorita, se encuentra bien?" Anastasia voltea a verlo, la forma en la que gira su cabeza es brusca, provocando al policía un encogimiento de hombros. "Estoy bien...gracias" entra , sin antes tocar con una de sus manos las barras de hierro forjado.

Al ingresar al parque la atmosfera vuelve a cambiar. El sonido de los coches se va, la velocidad del tiempo cae entre las ramas y se disuelve en la tierra.

Esto ya lo había sentido antes, la sensación de encontrarse bajo una sabana teñida de verde, la necesidad de estar cubierta se había vuelto a satisfacer.

La casa blanca, la estructura de mármol frente al lago se empezó a divisar.

Anastasia no tenía la necesidad de ver el lago, su rabillo del ojo podía contemplarlo perfectamente. El agua se encontraba sin perturbación, con las ondas de movimiento apaciguadas por las rocas y basura submarina.

La espalda de un joven era la única figura que interrumpía la delgada línea creada por la superficie del lago, el único montículo sobresaliente de ese lugar, pues el bosque se encontraba del otro lado. Lo demasiado lejos para perturbar a cualquiera.

Anastasia se detiene.

Mira atentamente la espalda de ese joven, espere a que éste volteé, para poder confirmar que no es él. Segundos después el gira su cuerpo hacia ella, sus ojos azules la miran. Ella vuelve a caminar, no voltea de nuevo su cabeza. Entra a la casa.

El tiempo pasaba y aun así no podía concentrarse. Le distraía la idea de salir y encontrarse de nuevo con él, con su espalda erguida y su cuerpo frente al lago.

"Ya estamos por cerrar" Anastasia alza la mirada, era el conserje, el cual pasaba las llaves de manera nerviosa entre los dedos de su mano izquierda. "Es zurdo" pensó Anastasia y salió del cuarto, el cual se encontraba ya vació.

Bajó las escaleras y al llegar al umbral de la puerta de salida se pregunto si debería correr.

No se explicaba nada de lo que sucedía.

La idea de encontrarse de nuevo con ese joven...

"Señorita...le agradecería mucho si saliera ya, tenemos que cerrar" Por inercia Anastasia da un brincó, permitiéndole al conserje cerrar la puerta de manera estrepitosa.

Eran las seis de la tarde y el día empezó a oscurecerse. La salida ya no se veía con la claridad de antes. La falta de luz provocaba una niebla de sombras, una negrura casi invisible que solo los humanos perciben cuando saben que pueden encontrarse en situaciones de peligro. Anastasia voltea de manera incosniente al lago. El joven se encontraba ahí, observandola.



sábado, 19 de junio de 2010

Pasado.



Capitulo 2

Anastasia acaba de salir de una casa de color blanco, la cual se encuentra frente a un lago.
Ella camina por la orilla de éste. Juega un pequeño juego, el cual es pensar que en el siguiente paso ella se caerá en la agua sucia. Una leve sensación de adrenalina anuda su estomago.
El sonido lejano de las aves hace sentirla más tranquila, aun así la sensación de peligro no la abandona.

"Te vas a caer" escucha frente a ella. Anastasia alza la mirada y olvida sus pies trémulos. "Si sigues así te caerás" vuelve a repetir. "No me iba a caer" dice Anastasia "Tengo todo controlado"

El joven de ojos azules y de cuerpo delgado le contesta con una mirada de intriga y con un cierto atisbo de agresividad. Anastasia retrocede un paso, en respuesta a él. La conjunción rápida de esta acción hace que se tropiece.

Cae al lago.

El sonido de su cuerpo al caer interrumpe la sincronización de los ruidos del lago. Incluso el joven, el cual acompañaba la sinfonía silvestre con su respiración se vio obligado a romper toda armonía al levantarse de su lugar y extenderle una mano de ayuda.

Anastasia grita por la cantidad de olores que invaden sus fosas nasales. Se siente como una mosca excavando en un excremento a diferencia que a ella le desagrada y a la mosca no.

"Dame tu mano" dice el joven, mientras estira su cuerpo para alcanzarla. Ella se resiste, trata de llegar a la orilla por su cuenta.

A cada brazada sus brazos se empapan más de la mugre que se encuentra en la capa superior del lago. Empieza a sentir una ola de frustración al sentir sus piernas amarradas contra algo, posiblemente un lazo o una planta, mas ella insiste, en lo más fondo de su mente que se trata de un animal de afiladas y alargadas patas, las cuales le están picando las piernas para poder succionar su sangre.

Él vuelve a extenderle su mano. Ella se niega y sigue avanzando, al final logra llegar a la orilla. Apoya sus manos en el piso de concreto y jala para poder sacar su cuerpo. Al tercer intento sale.

Anastasia se siente avergonzada, esta frente a otra persona y se encuentra apestando a agua de alcantarilla. El joven no hace nada. Se vuelve a sentar en donde se encontraba, en la orilla del lago, con la punta de los zapatos rozando la superficie.

Ella no se mueve, se queda callada por un breve tiempo. Espera a que él volteé y le pregunte algo.

El joven sigue de espaldas, contempla el lago.

Anastasia empieza a caminar, sus pasos ganan velocidad, de un momento a otro Anastasia comienza a correr. No quiere voltear a ver hacía atrás. Se contiene, no soportaría encontrarse con los ojos de ese joven, viéndola correr.

"¡Espera!" escucha al joven gritar. Ella sigue, no piensa parar por nada del mundo. Lo que ahora más desea es no recordar nada.

Corre. Logra divisar la puerta principal de hierro forjado, la única salida más cercana. Anastasia piensa en irse por la calle principal, pues ésta es de piso de concreto. Esta idea es olvidada cuando se da cuenta de que es el trayecto por el cual se encontraría con otras personas, las cuales se darían cuenta de su estado.

"¡No corras, espera!" vuelve a escuchar, el joven había empezado a correr para seguirla.

Lágrimas caen de sus ojos, no puede escapar, todos verán en que estado se encuentra. Opta por correr entre los árboles. Sus tenis empapados de agua absorben rápidamente la tierra.
Va a tropezarse, ella lo sabe.

Fue más rápido, que la caída en el agua.

La armonía del bosque no fue interrumpida, los sonidos siguieron y las ramas cayendo no cambiaron de rumbo. Las hormigas y ardillas fueron las únicas que presenciaron al joven aproximarse. Él la ayuda a levantarse. Ella no lo mira a la cara "¡Suéltame!" grita ella y corre de nuevo.

Ya no le importa si los demás la ven por el extraño olor que su ropa desprende.

Ya no le interesa nada, solo quiere olvidar.

viernes, 18 de junio de 2010

Pasado.

La esperanza I
Gustav Klimt


Capitulo 1

Mi nombre es Anastasia.

Camino.

El ruido de mis pasos es silenciado por los sonidos provenientes de los coches al pasar al lado de mí.

Estoy pensando, en el pasado.

Lo único que en esos momentos me ata al presente es el tacto de mis dedos sobre unas rejas de color morado. En unos instantes dejo de pensar en lo ya sucedido y me dedico a la acción de pasar mis dedos por cada reja morada. Contemplo y calculo la distancia que hay entre cada una. Al mismo tiempo mis ojos miran el campo de césped del otro lado. La acción sigue, sin ninguna interrupción.

El rumor de mis dedos al chocar contra las barras metálicas se detiene, el sonar de los autos, la violenta reacción sonica que provocan al penetrar el aire, mis pasos y las risas de la multitud a lo lejos, todo para.

Mis piernas dudan en cesar. Un dolor en el pecho y un miedo al orgullo me obliga a seguir caminando.

Son mis pupilas las que siguen la escena...aun no puedo creer que pude ver todo de manera lenta, cuando mis pasos eran lo contrario.

Era una pareja de jóvenes.

Una sudadera negra tendida en el césped atestiguaba que antes estaban acostados. Ella esta vestida de blanco y parece estar sacudiéndose el pelo. Él esta recojiéndose una brecha de su negro cabello con el dedo índice y pulgar.

Una ola de rabia me inunda.
El miedo me fuerza a caminar más aprisa.
El posible "dolor" me oprime.

Una parte de mí quiere frenar, de pararse inherte a contemplar a la pareja; a la joven de sonrisa amplia y al joven de tez morena, del cual sólo he podido ver su perfil.

Es él..debe serlo y ella...deber ser ella.

Deseo gritarles. Decirle que es un estúpido.
Deseo saltar las rejas de color morado y abofetearlo a él.
Como se atrevió...

El había sido la razón por la que yo estaba ahí.
Ese era el lugar que frecuentábamos, incluso ese lugar...en el que ellos antes estaban acostados.
Esa sonrisa de bochorno, yo la había tenido.

Lo odiaba.

viernes, 11 de junio de 2010

El mar en la luna de Saturno.





11 de Junio del 2o1o



Querida Hanna.


Te he escrito varias cartas, y aún así no he resivido respuesta alguna. He llamado al centro de salud en el que te encuentras, ellos me han dicho que te has negado a contestarlas, mas las has leído todas. Ahora que sé con certeza de que tus ojos recorren cada palabra de esta hoja podre tomarlo como una posible oportunidad para expresarte de nuevo lo que siento.
Hanna... ¿es que ya no somos amigas? A pesar de los problemas del pasado, especialmente por los que te hice pasar...¿no sería posible reanudar nuestra amistad?
Ambas sabemos que si me permites volver a tu vida yo correría hacia a ti, me aferraría a tus brazos y me quedaría contigo hasta que una de las dos dejara de respirar.



Te visitaría cada fin de semana, llevaría conmigo tus bocetos de dibujo, pues todavía los tengo adornando la pared. Saldríamos al hermoso jardín del centro y le daríamos vueltas, una tras otra, incluso si mis pies empezaran a sangrar no importaría, soy totalmente devota a ti.
Por favor, dejame entrar de nuevo a tu vida. No te decepcionaré, no ahora que sé que soy la única persona para ti.
Tal vez no lo comprendas todavía...pero yo lo supe desde el principio, desde que te vi. Somos hechas una para la otra. Tu, con tu lógica, frialdad, dotes de observación, con la fina habilidad sobre el pincel y yo...con mi energía.
Yo soy el fuego, tu eres la vela.
Yo soy el lago, tu la canoa.
Eres las manos, y yo los brazos.

Somos un cuerpo, compuesto de los restos de nuestro pasado, magullado por los estragos que provocamos en el presente y con el frío de la expectación del futuro corriendo por nuestra columna vertebral.
Olvidemos todo, volvamos a ser amigas. Tienes que perdonarme, de dejar de culparme de tus errores y caídas, de tratarme con mentiras.
No fue mi culpa que te hayan llevado a ese centro de salud, a ese manicomio. A ese lugar de defecación.
Todavía me acuerdo cuando la policía llegó y tu trataste de culparme...me señalabas histérica, con tu dedo índice quebrado.
Yo estaba atónita, no podía creer lo mal agradecida, hipócrita, víbora rata, mala sangre, egoísta, venosa..sí, esa es la palabra ¿cómo te atreviste a culparme? Yo solo me preocupe por ti, no era mi intención hacerte daño, ni quería lastimarlo a él...simplemente quería que entendiese; pero no me esperaba a que el cuerpo de un ser humano fuera tan frágil.
Yo solo di un golpe Hanna, no más. No planeaba matar, solo aclarar...solo poner todo en orden.
Quería que nuestra relación siguiese organizada, limpia y pura como en ese sueño, el cual soñaba cada vez que me dormía a tu lado, después de terminar un cuadro ¿te acuerdas de ese sueño? ¿te acuerdas cuando te lo contaba cada día? Incluso planeaste hacer un cuadro sobre el.


En el sueño yo estaba flotando, en el agua inerte, cristalina y a la vez oscura por el negro cielo.

El brillo de las estrellas llegaban a reflejarse en el horizonte del mar, y a lo lejos, en lo más profundo de ese cielo interestelar se encontraba una masa redonda, rodeada por una aureola de colores centellantes, de hileras fluorescentes que cambiaban de color cada segundo.

Tu reías cuando contaba el final del sueño, en el momento en el que me percataba que la estructura de masa empezaba acercarse hacía a mí, de mi horror de saber que moriría y de como yo empezaba a nadar para escapar. ¿Recuerdas lo que decías al terminar de relatar mi sueño?


Decías: Es el mar en la luna de Saturno.


Espero que ésto te recuerde nuetra amistad, la necesidad de ambas de tenermos juntas; como amigas.
Ya has visto lo que sucede si tú cometes un error...nada sale bien y aunque me duela en lo más profundo de mí, si te opones a nuestra verdad, a la naturaleza de nuesra perfecta sincronia yo, tendré la obligación de defenderla. Por el bien de las dos.



Deseo y anehlo tu respuesta a esta carta Hanna, mi dulce niña. Por favor, hazlo. Te lo ruego.


Con cariño y siempre tu otro yo: Amanda.