jueves, 20 de enero de 2011

Ojos adormecidos.

Ella, pensé...Cree que ha perdido algo, que la vida se ha ido colina abajo y ella podrá sólo alcanzarla hasta que los pasos que la hacen recorrer el camino le den vuelta a la tierra, y el cielo de luz esplendorosa se volviera el grisáceo de las tibias noches. ¿Luzco muerta? Preguntaste, con tus ojos bordados por las telas pardas, surcos de piel más oscura. Yo observé. Vi los labios hinchados de la sangre correr y no me dificultó pensar en las alas de las moscas aleteando alrededor de las capas de carne que cubren tus dientes. Miré tu espalda encorvada, tus brazos. Luces cansada-contesté, y no mentí. Aunque tu querías que te engañara, que te dijera que tus ojos se habían caído y que tu, ciega habías tomado los primeros objetos redondos que encontraste al agacharte al piso, con tus manos trémulas por la desesperación. Sí, vi la decepción de tus ojos, al ver que yo no encontraba nada en ti, excepto vida. Tal vez una pausa, una caída agravada...No, no puedo decir cuan lastimada estás. porque yo deseo vivir, aunque sea por hoy.

martes, 4 de enero de 2011

La trampa de Barrabás

Sé que ya no hay nada, y aún así sigo asomándome debajo de la cama, deseando encontrar. Quiero ver esas uñas redondas, tan delicadas para pertenecer a los dedos del pie. Anhelo ver aquel cabello tan dócil, de fragancia alegre. Besar esas mejillas que tu alguna vez hiciste marcar mi nombre sobre ellas, con el paño de venas que les daban color. Y ese deseo se alimenta, va en aumento, crece como la débil orquídea que uno arranca, para esconderla dentro del cajón.

Eres un capricho, una flor que ha muerto ya, y que aún no saco de la celda de cuatro paredes de madera.

Veo bajo la cama, sigues sin estar ahí.

Te has muerto. Y no sé si repito esto para asegurarme que no te he seguido los pasos...te enrosque tanto a mí, a tal grado que ambas nos consumíamos.

Me acuerdo...de las dos sobre la cama rosa. Estábamos cansadas de jugar, de encontrar el pie de la otra en el lugar que se suponía estar el miembro propio. Nos volteamos a ver, fingimos. ¿Qué fingimos? estábamos muy cansadas una de la otra para poder colgar la sonrisa que lastima. Estábamos tan hastiadas que el dolor que sacamos fue sin accidente. Yo te aferré más. fue mi culpa. No tuya.

Te sigo buscando debajo de la cama. Te trato de encontrar para cersiorarme de que nunca volverás.

Regresa...