martes, 28 de diciembre de 2010

El Capitán.


Hay un momento en la vida que ya no puedes jugar a quien serás. Cuando las expectativas ya no se crean, porque se necesitaría más tiempo del que uno tiene para lograrlas...
-Sí...dijo el capitán trislácido, mientras veía el muro de estrellas que su barco hacia ver más grande de lo que era.

-Es hermoso ¿no es cierto?-le preguntó a Kali, una chica de ojos de gato que se balanceaba siempre que podría sobre la borda.

-No se si sea hermoso-dijo Kali, cuando al fin dejó de balancearse y se puso a su lado a contemplar el firmamento-Nunca las veré de cerca, nunca podré saber como lucen realmente-dijo de nuevo.

El capitán trislácido volteó a verla. Su cara tenía la expresión que se teñía del sentimiento que se repetía cada vez que Kali le hacia pensar de nuevo en lo que decía.

-Kali ¿Ni puedes disfrutar de las estrellas?

Kali volteó a verlo sorprendida, una pregunta que no esperaba.

-¿Por qué debería esperar tanto de ellas?-profirió.

-Son lo que algún día deseo alcanzar. Tal vez...no, sé que por ahora estoy muy lejos, pero las alcanzaré. No de la forma exacta, porque tener un camino con cada peldaño previsto no te precede cuando resbalas...pero sé que llegaré.

-¿No tienes miedo?-dijo Kali, sus ojos gatunos, eran globos oculares rasgados por largas líneas que formaban párpados pálidos, capaces de esconder emociones.

-¿De qué?-dijo el capitán trislácido, con la expresión en la faz de alguien que sabe que le mostrarán un asertijo... y que paso horas resolviendo el que pensó que sería el último.

-No lo sé...-Kali calló, mientras pensaba que posibilidad.

-Vislumbrarlas-dijo el capitán.

-¿Eh?-dijo Kali

-Las estrellas se van con la luz del día. Yo quiero vislumbrarlas siempre, el día que no lo haga no sabré a donde llevar este barco, me hundiría con toda nuestra ´"tripulación"

Kali río al escuchar el tono sarcástico de tripulación. Kali quiso decir algo más. No lo dijo, pues al voltear vio como el único ojo del capitán que seguía teniendo en su cara resplandecía, como la gota que cae de la luna al llover.

-Ésto se siente bien-dijo Kali, pensando en voz alta.

El barco continuó, siguiendo la brecha que se abría entre la invisible línea que dividía el agua del todo.

martes, 21 de diciembre de 2010

El colibrí y el monstruo.

Remedios Varo

Es el ser que se oculta detrás de ti. El animal que susurra el aire que entra a tu boca a cada final de una oración que dices. Es el ser que cobra forma cuando tu piensas en él.

Su cuerpo pueden ser: hojas manchadas de tinta negra, los rastros de uña que uno corta para que sus manos luzcan limpias, pestañas que caen por lagrimas borradas.

Ese animal, aquel monstruo... lleva un colibrí en el pecho, que no escapa. Está abeja de alas, tiene una de sus garras amarradas a una cuerda muy delgada, la cual une a ambos. Al ser pequeño con el camuflado, el que no tiene nombre ni ojos.

Él está ciego, no mira porque hace mucho tiempo, tu, de infante, le arrancaste los ojos.

Él, o ella... ¿te busca?

¿No sería eso lo más obvio, buscar a tientas tu cuerpo, sin saber que están en el mismo cuarto y tu durmiendo?

No, no te busca.

Tu insistes, pequeño.

Te has perdido en el reflejo de los ojos de aceituna del colibrí. Te has enroscado en sus alas bellas, para abordar en las noches el estado pasivo y apariencia de muerte que el sueño brinda.

Eres el gemelo, el organo que es unido a la luz que se pierde a lo lejos del pasillo, el brillo de los ojos que se produce al lagrimear en un cuarto oscuro.

Tu lo acercas, y él como sanguijuela ciega, busca tu sangre, tu piel. Con pasos sordos él se mueve, y tu lo ignoras, porque piensas que no es él. Que hay otra oportunidad, o que es un murmullo que la cucaracha hizo al cruzar frente a ti.

Lo ignoras, y lo buscas...

martes, 14 de diciembre de 2010

Suplicio



Es, eso... ¿una tortura? Las caricias de dedos fríos, las miradas obsesivas que se confunden con superfluas...¿es triste?
¿Ves ese corazón hinchado? El que posa sobre el pasto de larga longitud, el que parece ser una costra de piel que se contrae y expande como el lomo de un sapo resbaloso al respirar. Sí, esa no soy yo. Y no desearía serlo...¿Te imaginas? No tendría piernas, con las cuales moverme, ni los labios que hacen caer y ni los ojos que miran.
¿Pero de que sirve tener unos labios si se esta rodeado de sordos?
¿Para que las piernas? Si no hay lugar al cual caminar, y muchos a los cuales volar...
¿y para qué los ojos, si estos se cierran tímidamente frente la aurora mas rutinaria?
A veces me pregunto para que sirve todo ésto.
Si tu no lo miras.
Sí, tu. El ser que sólo cobra nombre y forma en ideas, miedos.
Ni siquiera he visto un trazo pueril de tu piel desnuda...ni siquiera te he tocado.
Y aún así doy muestras de que no puedo vivir sin ti.

Sí. Mi necesidad de ti me hace dar vueltas y buscar entre viejos castigos, en fórmulas que sé que no funcionan cierto consuelo.
Y así trato de reemplazarte, mientras a cada noche te espero...tejiendo un camino con los párpados cerrados.
Lo peor será cuando vengas...
Cuando ya no haya lugar que trazar, en el que tendré que volverá saber que sólo hay yo.
Ese es mi suplicio, "amor"

domingo, 12 de diciembre de 2010

Héroes del silencio.




La chispa adecuada.
Las palabras fueron avispas
y las calles como dunas
cuando aún te espero llegar...
en un ataúd guardo tu tacto y
una corona
con tu pelo enmarañado
queriendo encontrar un
arco-iris infinito
Mis manos que aún son de hueso
y tu vientre sabe a pan
la catedral es tu cuerpo...
eras verano y mil tormentas, yo
el león que sonríe a las paredes
que he vuelto a pintar del
mismo color
Estribillo
No sé distinguir entre besos y
raíces
No sé distinguir lo complicado de lo simple
y ahora estás en mi lista de
promesas a olvidar
todo arde si le aplicas la chispa
adecuada
El fuego que era a veces propio
la ceniza siempre ajena
blanca esperma resbalando
por la espina dorsal
ya somos más viejos y sinceros,
y que más da
si miramos la laguna
como llaman a la eternidad
de la ausencia
Estribillo

domingo, 5 de diciembre de 2010

Amante.


Tu proximidad brilla por su ausencia.
Y el anhelo contenido florece a cada segundo.
A cada parpadear y respiración alargada.
A cada vista a la ventana en la que se sabe qué se va a encontrar.
Todos creen que estoy dormida.
Y la única que sabe que es mentira soy yo, pero ambos sabemos que aunque sea suficiente a veces no parece.
No.
No eres tú, el que me hará despertar.
Porque sé que en el instante que nos encontremos empezaré a morir.
Y una rama lastimera se deformará, convirtiéndose en otra vena que llegará a mi corazón.
Te extraño, y no nos conocemos.
Te anhelo, como la vida a la muerte.
Para saber si una existe...
Amante.
MIRANDA GUERRERO