domingo, 19 de septiembre de 2010

Tú.

Sí hay algo difícil es borrar los malos hábitos del interior. De cierto modo nadie los sabe, ni la o el más cercano.

Son las voces de la conciencia, la que habla en uno cuando no movemos la boca, la que piensa en cosas antes de poder conciliar el sueño. El nacimiento de una necesidad de ser escuchado por alguien...por lo menos de uno mismo. Esa voz que te cansa cuando no hay nadie en tu alrededor, dispuesto a escucharte. Cuando sus miradas son lejanas a tu cara y en especial en los ojos, en esos receptáculos de emociones. Tu piensas que son sobre valorados. Te ríes y piensas que es una cursilería cuando escuchas "Los espejos son la ventana de alma"

Quién haya dicho eso, (pues siempre hay un primero) tal vez deseó crear una metáfora, una que no fue de tu agrado, una que posiblemente perdió todo sentido humano con tanta repetición, en las bocas de personas pocamente galantes.

En esos momentos te das cuenta de todo eso.

Anhelas que alguien te mire con cariño, importancia incluso admiración.

No hablas de un amante, un compañero de besos. Te vas a lo más primario.

Deseas un amigo.

Sigues con la conversación. Sabes que la otra persona ya no te escucha, tiene la expresión de alguien que ya te ha escuchado desde siempre, te imaginas los consejos que te dará sin que tu se los pidas.

Ahora ambos están lejos. Ella o él piensa en algo, no te escucha. Tu sigues hablando, tu voz no pierde elocuencia.

Luego de que terminas de hablar ella o él te dice algo. Ambos se separan de nuevo.

Ella o él ya no te hace caso.

Esta con otras personas, a veces te ve en la distancia.

Tu estas enojada o enojado. Empiezas a sentir la necesidad de encontrar a alguien más.

Ese día regresas a tu casa y buscas un lugar.

Deseas encontrar otras personas, para dejar de hablar contigo.

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