martes, 4 de enero de 2011

La trampa de Barrabás

Sé que ya no hay nada, y aún así sigo asomándome debajo de la cama, deseando encontrar. Quiero ver esas uñas redondas, tan delicadas para pertenecer a los dedos del pie. Anhelo ver aquel cabello tan dócil, de fragancia alegre. Besar esas mejillas que tu alguna vez hiciste marcar mi nombre sobre ellas, con el paño de venas que les daban color. Y ese deseo se alimenta, va en aumento, crece como la débil orquídea que uno arranca, para esconderla dentro del cajón.

Eres un capricho, una flor que ha muerto ya, y que aún no saco de la celda de cuatro paredes de madera.

Veo bajo la cama, sigues sin estar ahí.

Te has muerto. Y no sé si repito esto para asegurarme que no te he seguido los pasos...te enrosque tanto a mí, a tal grado que ambas nos consumíamos.

Me acuerdo...de las dos sobre la cama rosa. Estábamos cansadas de jugar, de encontrar el pie de la otra en el lugar que se suponía estar el miembro propio. Nos volteamos a ver, fingimos. ¿Qué fingimos? estábamos muy cansadas una de la otra para poder colgar la sonrisa que lastima. Estábamos tan hastiadas que el dolor que sacamos fue sin accidente. Yo te aferré más. fue mi culpa. No tuya.

Te sigo buscando debajo de la cama. Te trato de encontrar para cersiorarme de que nunca volverás.

Regresa...

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