sábado, 5 de marzo de 2011

Un capullo.

Hoy tu tallo se volvió a encorvar y tus pétalos, aún cerrados no saben si esperan la luz del sol o el sabor de la tierra cuando la flor se quiebre y caiga. Una abeja pasa a tu alrededor, tu no la escuchas. No escuchas a nadie. Tus pétalos te ciegan, te hacen sorda y muda. Los capullos que se gestaron en el mismo ciclo que tú, parecen aventajarte y eso no te impulsa a sacar aunque sea el primer pétalo fuera del capullo, como un guiño de "regresa" a la abeja que ayuda. Las hormigas, temerosas por el silencio espectral que tus pétalos construyen como tumba no se animan a subir y ver desde otra perspectiva.
Otro día, otra noche y tu capullo no ha florecido. ¿Que no te da curiosidad saber aunque sea el color de aquellos pétalos? Espera...un pétalo esta abriéndose. Oh no, me equivoque. Entrecerré pro un breve momento mis ojos y cuando las pestañas se alzaron para abrirme la vista me confundí con su movimiento arteciopelado.

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