martes, 14 de diciembre de 2010

Suplicio



Es, eso... ¿una tortura? Las caricias de dedos fríos, las miradas obsesivas que se confunden con superfluas...¿es triste?
¿Ves ese corazón hinchado? El que posa sobre el pasto de larga longitud, el que parece ser una costra de piel que se contrae y expande como el lomo de un sapo resbaloso al respirar. Sí, esa no soy yo. Y no desearía serlo...¿Te imaginas? No tendría piernas, con las cuales moverme, ni los labios que hacen caer y ni los ojos que miran.
¿Pero de que sirve tener unos labios si se esta rodeado de sordos?
¿Para que las piernas? Si no hay lugar al cual caminar, y muchos a los cuales volar...
¿y para qué los ojos, si estos se cierran tímidamente frente la aurora mas rutinaria?
A veces me pregunto para que sirve todo ésto.
Si tu no lo miras.
Sí, tu. El ser que sólo cobra nombre y forma en ideas, miedos.
Ni siquiera he visto un trazo pueril de tu piel desnuda...ni siquiera te he tocado.
Y aún así doy muestras de que no puedo vivir sin ti.

Sí. Mi necesidad de ti me hace dar vueltas y buscar entre viejos castigos, en fórmulas que sé que no funcionan cierto consuelo.
Y así trato de reemplazarte, mientras a cada noche te espero...tejiendo un camino con los párpados cerrados.
Lo peor será cuando vengas...
Cuando ya no haya lugar que trazar, en el que tendré que volverá saber que sólo hay yo.
Ese es mi suplicio, "amor"

No hay comentarios:

Publicar un comentario