viernes, 11 de junio de 2010

El mar en la luna de Saturno.





11 de Junio del 2o1o



Querida Hanna.


Te he escrito varias cartas, y aún así no he resivido respuesta alguna. He llamado al centro de salud en el que te encuentras, ellos me han dicho que te has negado a contestarlas, mas las has leído todas. Ahora que sé con certeza de que tus ojos recorren cada palabra de esta hoja podre tomarlo como una posible oportunidad para expresarte de nuevo lo que siento.
Hanna... ¿es que ya no somos amigas? A pesar de los problemas del pasado, especialmente por los que te hice pasar...¿no sería posible reanudar nuestra amistad?
Ambas sabemos que si me permites volver a tu vida yo correría hacia a ti, me aferraría a tus brazos y me quedaría contigo hasta que una de las dos dejara de respirar.



Te visitaría cada fin de semana, llevaría conmigo tus bocetos de dibujo, pues todavía los tengo adornando la pared. Saldríamos al hermoso jardín del centro y le daríamos vueltas, una tras otra, incluso si mis pies empezaran a sangrar no importaría, soy totalmente devota a ti.
Por favor, dejame entrar de nuevo a tu vida. No te decepcionaré, no ahora que sé que soy la única persona para ti.
Tal vez no lo comprendas todavía...pero yo lo supe desde el principio, desde que te vi. Somos hechas una para la otra. Tu, con tu lógica, frialdad, dotes de observación, con la fina habilidad sobre el pincel y yo...con mi energía.
Yo soy el fuego, tu eres la vela.
Yo soy el lago, tu la canoa.
Eres las manos, y yo los brazos.

Somos un cuerpo, compuesto de los restos de nuestro pasado, magullado por los estragos que provocamos en el presente y con el frío de la expectación del futuro corriendo por nuestra columna vertebral.
Olvidemos todo, volvamos a ser amigas. Tienes que perdonarme, de dejar de culparme de tus errores y caídas, de tratarme con mentiras.
No fue mi culpa que te hayan llevado a ese centro de salud, a ese manicomio. A ese lugar de defecación.
Todavía me acuerdo cuando la policía llegó y tu trataste de culparme...me señalabas histérica, con tu dedo índice quebrado.
Yo estaba atónita, no podía creer lo mal agradecida, hipócrita, víbora rata, mala sangre, egoísta, venosa..sí, esa es la palabra ¿cómo te atreviste a culparme? Yo solo me preocupe por ti, no era mi intención hacerte daño, ni quería lastimarlo a él...simplemente quería que entendiese; pero no me esperaba a que el cuerpo de un ser humano fuera tan frágil.
Yo solo di un golpe Hanna, no más. No planeaba matar, solo aclarar...solo poner todo en orden.
Quería que nuestra relación siguiese organizada, limpia y pura como en ese sueño, el cual soñaba cada vez que me dormía a tu lado, después de terminar un cuadro ¿te acuerdas de ese sueño? ¿te acuerdas cuando te lo contaba cada día? Incluso planeaste hacer un cuadro sobre el.


En el sueño yo estaba flotando, en el agua inerte, cristalina y a la vez oscura por el negro cielo.

El brillo de las estrellas llegaban a reflejarse en el horizonte del mar, y a lo lejos, en lo más profundo de ese cielo interestelar se encontraba una masa redonda, rodeada por una aureola de colores centellantes, de hileras fluorescentes que cambiaban de color cada segundo.

Tu reías cuando contaba el final del sueño, en el momento en el que me percataba que la estructura de masa empezaba acercarse hacía a mí, de mi horror de saber que moriría y de como yo empezaba a nadar para escapar. ¿Recuerdas lo que decías al terminar de relatar mi sueño?


Decías: Es el mar en la luna de Saturno.


Espero que ésto te recuerde nuetra amistad, la necesidad de ambas de tenermos juntas; como amigas.
Ya has visto lo que sucede si tú cometes un error...nada sale bien y aunque me duela en lo más profundo de mí, si te opones a nuestra verdad, a la naturaleza de nuesra perfecta sincronia yo, tendré la obligación de defenderla. Por el bien de las dos.



Deseo y anehlo tu respuesta a esta carta Hanna, mi dulce niña. Por favor, hazlo. Te lo ruego.


Con cariño y siempre tu otro yo: Amanda.











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