viernes, 27 de agosto de 2010

Monumento al tiempo.




Me contaron que le otorgaste la inmortalidad a un filosofo, pero este a su vez olvido pedirte la juventud eterna.

Dicen que sigue vivo. Con el cuerpo débil, agrietado. Sin amor, cariño y el deseo albergado en él se apaga como la llama en el viento, avivada y cerca de morir a cada soplado.

Si hay un Dios, ese eres tú.

Nos cambias a tu placer, en aspecto y pensamiento.

Nuestras vidas giran alrededor de ti, como cuando dos infantes juegan a dar vueltas. Un niño toma la mano del otro y empieza a correr en círculos, mientras el otro permanece inmóvil.
Tiempo, tu eres el niño que no se mueve, la energía que hace al chico correr.

Desearía encontrarte: En una grieta, en un espejo, en los ojos de mi abuelo,en las fotos en blanco y negro y ¿por que no? en las manos de un bebé.

Todos escapamos de ti a nuestra manera. Algunos estiran su piel, otros actúan, se casan de nuevo.

Algún día haré que te hagan un monumento, en el lugar más concurrido. Tu forma sera lisa, curva, cuadrada y el material reflejará todo lo que osa pasar a tu lado.

Tal vez la destruyan. Porque todos te temen, mas no importará. Construiría otra y así sucesiva mente hasta que las personas que te eliminasen se vieran la piel, las extremidades del cuerpo, y la gran caja de recuerdos que empieza a pesar en su cabeza.

En ese día nadie volvería a tocar tu monumento, tu falsa presencia, pues sabrían que es inútil.

Tú eres lo único que todos tienen.

Lo que todos perdemos.

Lo que deseamos.

Lo que anhelan algunos que terminara.

Y pocos muertos que volviera a empezar.

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