En la vieja ciudad de estalagmitas de concreto y muros de azulejos se encuentra el hombre que se consume a la par de su cigarro.
Mira el cielo hondo y trata de pensar que tal vez no estaba tan equivocado, mira al piso y por segunda vez en el día, se lamenta de que sus ojos no tengan la misma capacidad de perderse en el firmamento como en el suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario